A veces nos sentimos tristes, abatidos, cansados, doloridos o desilusionados, siendo incapaces de poder superar el dolor que se acumula en nuestra alma, pero aunque parezca imposible, siempre hay una salida. Por tanto, jamás hemos de desfallecer, puesto que todavía queda la esperanza de renacer.
A ese renacimiento o liberación interior, se accede casi siempre cuando las cosas van mal. Por eso, cuando todo sea nefasto en nuestra vida, no debemos preocuparnos demasiado, ya que después de la tristeza llegará la alegría de comprobar que gracias a las dificultades, conseguiremos despertar a un mundo nuevo y maravilloso, donde encontraremos ilusión y optimismo.

Probablemente todos nos hayamos preguntado alguna vez: ¿Por qué todo es negativo en mi vida?, o nos hemos lamentado diciendo: ¡Qué mala suerte tengo!, ¡Qué desgraciado soy! o ¡Qué asco de vida!, sin darnos cuenta que quizás seamos nosotros mismos los responsables de dicha situación. Sí, porque al estar centrados en nuestros problemas, tendemos a ofuscarnos, rechazando la ayuda que nos brindan los demás, impidiendo con nuestra actitud, salir de las tinieblas que envuelven nuestra alma. La liberación interior se consigue rompiendo las cadenas que nos atan a nosotros mismos, es decir, dando rienda suelta a todo el dolor que nos atormenta, ya sea a través de la confidencia, el llanto o la oración, y si es posible recurrir a las tres, mejor aún.
Tal vez pocos hayan oído hablar de la oración de sanación, pero es una forma muy positiva de liberarse interiormente. Esta consiste en ir recordando cada momento de nuestra vida y a las personas que nos han hecho daño consciente o inconscientemente. A continuación, gracias al amor divino, nos será posible perdonar de todo corazón a aquel profesor o profesora que nos tenía manía, a ese padre o madre que no supo o no pudo educarnos mejor, a ese hermano o hermana que nos tenía envidia o celos, a ese amigo o amiga que nos traicionó, a ese marido o esposa que fue incapaz de amarnos, a ese hijo o hija que nos abandonó para hacer su vida, a aquel novio o novia que se burló de nosotros, a ese político que nos mintió, a ese médico que no encontró remedio para nuestra enfermedad y a toda aquella persona hacia quien tengamos resentimiento y que éramos incapaces de perdonar.

Sí, aunque sea difícil admitirlo, el rencor y el resentimiento que se encuentran ocultos en nuestro corazón, son la causa de esos estados de ánimo que tanto nos atormentan y que nos impiden estar contentos con nosotros mismos.
Perdonar es amar. Por eso, el perdón es uno de los factores más importantes para alcanzar la liberación, ya que perdonando a los demás, también nos perdonamos a nosotros mismos, sintiéndonos por consiguiente felices y liberados. |