El camino de la felicidad

Buscamos el camino de la felicidad en cosas vanas, artificiales, lejanas y, a veces, hasta imposibles, cuando en el fondo casi todos sabemos que la senda a seguir es precisamente la contraria; es decir, la que nos conduce al encuentro con nosotros mismos. Sí, esa que nos indica nuestras propias limitaciones. Además, es la más cercana y posible; y sólo a través de ella podremos descubrir por qué y para qué hemos sido creados, puesto que si no sabemos lo que somos ni adónde vamos, jamás seremos capaces de saborear y valorar las maravillas y secretos que la vida natural nos ofrece.

Cuando hayamos superado con una óptima calificación esa prueba, habrá llegado el momento de comenzar a fijarnos en las necesidades de los demás y, asimismo, ese nuevo caminar nos impulsará a repartir amor al prójimo, el cual surgirá de la felicidad que nacerá en nuestro corazón, pero ello únicamente será posible después de haber alcanzado el máximo grado de auténtica libertad, que no es otra que saber elegir lo que realmente hace que nuestro espíritu se sienta alegre y en plenitud.



Mediante una simple sonrisa, una palabra amable, un saber escuchar pacientemente, un consejo alentador, una visita a un enfermo, a un anciano, a un preso o un compartir los bienes con los más necesitados, podremos descubrir la cantidad de "pequeñas grandezas" que se pueden llevar a cabo a lo largo del día, las cuales nos alegrarán y endulzarán la vida como si fuera el mejor de los manjares. Y si ello es posible en un día, ¿cuántas cosas sencillas podremos realizar a lo largo de toda una vida, si es que estamos dispuestos a ello?

La respuesta dependerá de cada uno de nosotros, ya que para unos será sumamente factible poner en práctica todo o algo de lo expuesto anteriormente y, en cambio, a otros les resultará más que imposible, puesto que se disculparán alegando que el trabajo o la familia les impide ser útiles a los demás.

Pienso que si ponemos buena voluntad, todo es compatible, puesto que el día tiene muchas horas y, además, hay ciertas cosas para las cuales no es necesario disponer de un tiempo extra, puesto que incluso en el trabajo podemos ser amables, respetuosos, comprensivos y amigos de los que no son de nuestro agrado. Y, en la familia, podríamos comenzar siendo más cariñosos y comunicativos. Algo es algo y ello es mucho.

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A quien madruga, Dios le ayuda.

A Dios rogando y con el mazo dando.

No por mucho madrugar, amanece más temprano.

A mal tiempo, buena cara.

Nunca llueve a gusto de todos.

Año de nieves, año de bienes.

Para qué quiero mis bienes, si no remedio mis males.

No te acostarás sin saber una cosa mas.

Mal de muchos, consuelo de tontos.

La suerte de la fea, la bonita la desea.

La mujer y la manzana tiene que ser asturiana.

A todo gochín le llega su sanmartín.

 
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