El mundo occidental, con toda su riqueza material, sufre quizás más que el oriental, y eso que éste último siempre ha estado caracterizado por la pobreza y la destrucción.
Aunque ello parezca contradictorio, no es así, puesto que el dolor que sienten los habitantes de occidente no es precisamente físico, ya que yo me refiero al sufrimiento espiritual.

En contraposición con los que piensan que la vida es más fácil, cómoda y feliz siguiendo la doctrina filosófica del hedonismo o culto al cuerpo y a los placeres como único fin de la vida, yo me atrevo a decir que la pobreza es el camino más rápido para llegar al verdadero descubrimiento de uno mismo y al conformismo, o dicho de otra forma, para encontrar la auténtica salud o plenitud del alma. Y como es obvio, si el espíritu se encuentra sano, también la mente y el cuerpo lo estarán.
¿Cómo si no se comprende que pueblos pobres sean capaces de sobrevivir en medio de tanta miseria y hecatombe, cuando, basándonos en la escasez de medios materiales que poseen, lo más lógico sería que se extinguieran para siempre?. En cambio, pueblos altamente desarrollados, si carecieran de tales medios se sentirían impotentes para luchar por la supervivencia, ya que aún poseyendo todo lo necesario para subsistir, como ocurre actualmente, les falta impulso para alcanzar lo más sencillo de esta vida, como es la paz interior. Aquí está la explicación del sufrimiento del mundo occidental.

Hay que tener en cuenta que si hay abundancia de dinero pero, así mismo, escasez de paz espiritual, jamás podrá existir salud total en ningún ser humano.
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